Thaye Dorje, Su Santidad del XVII Gyalwa Karmapa, comparte algunas meditaciones para nuestros tiempos.
Karmapa espera que estas meditaciones puedan ser un recurso útil para todos los practicantes y, de hecho, para cualquiera que pueda encontrarlas interesantes.
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Queridos amigos del Dharma,
Aprecio verdaderamente vuestras reflexiones y vuestras preguntas cándidas y sinceras, y a lo largo de las próximas semanas y meses haré todo lo que pueda para responder a algunas de estas preguntas. Espero que seáis indulgentes conmigo ya que aún estoy aprendiendo.
Espero que entendáis igualmente todos que esta conversación, y todas mis reflexiones de los últimos meses se originan en el contexto de la pandemia.
Espero que estas conversaciones nos hayan ayudado a aflojar el control de nuestra voluntad de ser perfectos en cuanto a lo que es la verdadera espiritualidad, la verdadera vida temporal etc. No dejemos que esta conversación se deslice hacia temas como la política o la religión y continuemos juntos en este viaje.
Sí, estamos atravesando momentos difíciles, pero ya hemos encontrado patrones similares anteriormente, por lo que este tipo de experiencia no es realmente nueva para nosotros. Podríamos llamar a estos patrones actuales nuevos, pero no necesariamente una novedad. Así que eso es algo en lo que centrarse.
Otra cosa en la que centrarse es la siguiente.
Sin conocernos los unos a los otros, nos hemos encontrado en estos desafíos comunes, y de alguna manera les tenemos que estar agradecidos porque es gracias a ellos que en cierta forma nuestros pensamientos se han reunido.
Es una cosa curiosa: la condición humana es tal que siempre parecemos necesitar un propósito común, un desafío común, para unirnos. Si miramos la historia, podemos ver que la mayoría de las veces este desafío aparece bajo la forma de “alguien”, algún tipo de antagonista o de villano. Esto es bastante desafortunado en cierto modo, porque este “alguien” es un ser sensible como nosotros, alguien que tiene pensamientos y sentimientos.
Al menos, el desafío actual no necesariamente tiene una cara que conocemos. Esta pandemia, este virus, es un desafío extraño porque no aparece bajo la forma de “alguien”, no es ni “tu” ni “yo” ni “ellos”. Este virus se siente completamente “fuera del mundo” y no podemos comunicarnos con él. Todavía no sabemos mucho sobre este virus, pero probablemente podamos decir que no se parece ni a los seres humanos ni a los animales.
En cierto modo, el desafío que representa este virus puede ser un mal por un bien, ya que se presenta bajo una forma que nos une a nivel mundial.
A diferencia de la mayoría de los desafíos en la historia que aparecieron bajo la forma de antagonistas y que unieron a algunos de entre nosotros, en este caso es a escala global, estamos todos juntos, sin importar nuestra raza, nuestra casta, nuestro género, nuestro origen o nuestra religión.
Entonces, desde un punto de vista casi se podría decir que tenemos que estar agradecidos, aunque, por supuesto, este es un tema delicado y podría sonar insensible, porque se han perdido muchas vidas y muchas personas enfrentan todo tipo de peligro debido a ello [de ce virus]. Sin embargo, lo que estoy tratando de decir aquí es que esto nos ha unido, y en ese sentido esta pandemia trae casi un sentido de unidad que no habíamos sentido desde hace mucho tiempo, y que proviene del hecho de que emocionalmente y mentalmente estamos todos juntos en esta situación. Por una vez, podemos olvidar a qué raza o religión pertenecemos, y eso, al menos, es algo por lo que debemos estar agradecidos.
Ahora, cuando hablo de “estar agradecido”, no significa que os esté animando a organizar una cena de agradecimiento, sino que estoy hablando de usar aquello que ya está presente en el Dharma, que nos muestra formas de convertir obstáculos y condiciones difíciles en aliados. Esta es una ocasión particular, una suerte particular que todos tenemos, y para darnos cuenta no tenemos que ser académicos ni científicos de cohetes. Podemos relacionarnos con esto sin importar cuán sofisticados o poco sofisticados seamos.
No tenemos por qué preguntarnos si este desafío es debido al hombre o no, simplemente hacemos lo mejor de este momento. Lo que importa es que todos estamos juntos en esta situación. Por lo tanto, podemos estar agradecidos y tenemos que aprovecharlo al máximo.
Por mi parte, trataré de compartir mis reflexiones con todos vosotros, y espero que esto nos lleve a algún lado. Por vuestro lado, continuad compartiendo vuestras preguntas y, con suerte, eso también nos llevará a alguna parte.
Así es que, sin tener que sentarnos y decir formalmente: “Meditemos, recitemos esta oración, hagamos esta recitación juntos”, a través de este proceso simple y comprensible de preguntas y respuestas podremos comprender algo, sacar el mejor provecho de este momento. De esta manera, nos aportará algo a nosotros en tanto que practicantes: volveremos a encontrar significado, en el sentido de por qué practicamos, meditamos, recitamos sutras y la razón por la que reflexionamos sobre lo que los seres despiertos han compartido.