El budismo es un modo de vida por el cual desarrollamos las calidades de nuestra mente.
Es un modo de vida muy particular, ya que es una manera de alcanzar la felicidad
sin dañar a otros.
17° GYALWA KARMAPA
El budismo es un modo de vida por el cual desarrollamos las calidades de nuestra mente.
Es un modo de vida muy particular, ya que es una manera de alcanzar la felicidad
sin dañar a otros.
17° GYALWA KARMAPA
• Enseñanzas sobre los 4 emplazamientos de la atención por Kunzig Shamar Rimpoché en Dhagpo.
Durante su última visita a Dhagpo, Kunzig Shamar Rimpoché insistió particularmente en que sus enseñanzas se llevaran a cabo en el Instituto. No pensamos que serían las últimas.
Actualización – En este día 11 de junio de 2021, han pasado siete años desde la muerte de Su Santidad Shamar Rimpoché, el XIV Kunzik Shamar Rimpoché.
Encontrarán el video de la enseñanza en tibetano traducido al francés por Thinley Rimpoché, así como los archivos de audio a descargar de las traducciones en inglés, español y alemán y ruso.
Kunzik Shamar Rinpoché el 24/05/2014 en Dhagpo Kagyu Ling
Pueden encontrar la totalidad de las ceremonias fúnebres tradicionales de 49 días como suplemento en el DVD y en el enlace adjunto. (se
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Estas son las temáticas abordadas en las cuatro sesiones del DVD:
(para abrir, hágase clic en cada sesión)
El tema de la enseñanza trata de los Cuatro Emplazamientos de la Atención. Estos cuatro emplazamientos o bases para cultivar la atención son un tema muy importante sea cual sea la aproximación que adoptemos en el budismo, bien seamos practicantes de la enseñanza común del budismo, el shravakayana o del gran vehículo – el mahayana, la vía de los bodhisatvas. Es crucial igualmente en las enseñanzas del Vajrayana.
Los cuatro emplazamientos de la atención hacen referencia al emplazamiento de la atención en el cuerpo, segundo en las sensaciones, tercero en la mente y cuarto en los fenómenos. ¿Qué comprendemos por emplazamiento de la atención (en tibetano drenpa nyewar shakpa)? Se trata de observar las características precisas del cuerpo, de las sensaciones, de la mente y de los fenómenos, de reconocer su naturaleza verdadera, su realidad, y guardar esto en nuestra mente. Se trata de mantener el recuerdo de lo que son realmente el cuerpo, las sensaciones, la mente y los fenómenos.
Nuestra opinión general en lo que concierne al cuerpo es que es puro, fuente de placer, que es permanente y que constituye el yo. Sin embargo, estas concepciones no corresponden a la realidad de nuestro cuerpo. Tomamos una cosa o una realidad que no es, percibimos el cuerpo como siendo puro, fuente de placer, permanente etc. cuando realmente no tiene estas características. Vamos pues a examinar esas características verdaderas. Una observación precisa del cuerpo permite llegar a la conclusión de su impureza y de ver que es fuente de sufrimiento y no de placer, que es efímero y no es permanente, que no es el yo sino que al contrario, se encuentra vacio de un yo y no tiene sustancia última. Es de esta manera, observando las características verdaderas del cuerpo que nuestra desviación acerca de él se puede eliminar. El engaño que tenemos acerca de nuestro propio cuerpo es la base de la existencia condicionada del samsara. En otros términos, cultivamos una ilusión teniendo estas ideas de pureza, de permanencia, de placer, de un yo unido al cuerpo. Esta ilusión podrá eliminarse gracias al emplazamiento de la atención en el cuerpo mirando las verdaderas características de éste.
La observación de la realidad del cuerpo comporta dos aspectos. El primero tiene como objetico eliminar nuestro apego al cuerpo, tratándose aquí de contemplar su fealdad. Un segundo aspecto consiste en, examinar las características del cuerpo y ver su vacuidad con el fin de eliminar nuestro apego al cuerpo como siendo un conjunto existente por el mismo y dotado de una sustancia.
Para poder llevar a cabo cualquier práctica es importante que primero hayamos conseguido apaciguar nuestra mente. Toda práctica comienza por la meditación de shamata o shiné en tibetano. Los métodos que nos permiten acceder a este estado de quietud y de estabilidad consisten primero en apaciguar la agitación de la mente donde los extremos son la excitación y la torpeza o somnolencia. Para conseguir hacer esto vamos a seguir las recomendaciones de los maestros del pasado. Todos, tanto los arhats como los bodhisatvas subrayaron la importancia del método basado en la contemplación de los ciclos de las respiraciones. Consiste en contar los ciclos emplazando la mente en la respiración. Estos son ejercicios para la mente, que permiten observar la respiración y llevar a la mente al estado de shamata o de quietud estable.
La práctica consiste en ver que este cuerpo que percibimos como el yo, no tiene sustancia última. No tiene existencia autónoma ni realidad última. Con el fin de realizar esto, vamos a aplicarnos en la meditación que consiste en observar todos los elementos del cuerpo y todas sus partes. Este análisis nos permite llegar a la conclusión de que no podemos encontrar sustancia. En este sentido el cuerpo no es en sí mismo, no es superior, no hay nada a lo que podemos apegarnos en el sentido último del término. A continuación podemos considerar como una práctica secundaria la de la visualización. Visualizamos la fealdad del cuerpo cuando, por concupiscencia experimentamos mucho deseo y apego hacia nuestro propio cuerpo o hacia el cuerpo de otra persona. Con el fin de disipar este deseo, podemos proceder a una visualización de los aspectos de la fealdad del cuerpo.
Distinguimos dos tipos de sensaciones, las sensaciones físicas y las sensaciones psíquicas. La sensación corporal o física está siempre acompañada de la sensación psíquica, pero no a la inversa, es decir que cuando hay sensación psíquica agradable o desagradable, no se ve necesariamente acompañada de una sensación corporal agradable o desagradable.
En un primer tiempo, por cuestiones de facilidad, comenzamos por posar nuestra atención en las sensaciones corporales. Por ejemplo, puede que experimentemos una sensación de picazón, de dolor o de bienestar.
Los principiantes comienzan con sensaciones que no sean demasiado fuertes. Porque imaginemos que tenemos una fuerte migraña, y como estamos completamente sumergidos por la sensación de dolor, no podemos ni examinarla ni analizarla. Comenzamos por tanto por pequeñas sensaciones, como de picazón, de pequeños dolores, o de pequeñas sensaciones de placer. Intentamos ver cómo y dónde se sitúa su existencia o la sustancia de esa sensación. Una vez que hemos reconocido una sensación vamos a intentar examinarla: determinar su tamaño, su forma, si existe a la derecha, a la izquierda, qué forma tiene, cómo es, dónde está su existencia. ¿A dónde se va cuándo desaparece?
Este examen nos muestra que la sensación está caracterizada por el cambio ya que no se encuentra inmóvil. Reconocemos pues su carácter imperceptible.
Hay dos maneras de examinar las sensaciones. Por una parte de manera analítica: examinar racionalmente, ver si la sensación existe en el cuerpo o en el exterior del cuerpo, si es una con el cuerpo o si es otra cosa que el cuerpo, si existe en la mente o si es una con la mente, con el fin de saber cuál es su naturaleza. Se trata de un examen analítico. Luego está el examen en el momento en el que experimentamos la sensación, una observación de la sensación en la experiencia misma.
Si observáis de esta manera las sensaciones, llegará un momento en que podréis distinguir entre la percepción de la sensación y la sensación misma, veréis la ausencia de sustancia. Lo que va a suceder por esta observación es que, sea cual sea la naturaleza de la sensación, placentera o desagradable, a la vista de vuestra propia experiencia, llegaréis a traducir esto como una especie de neutralidad.
El examen de las sensaciones nos permite comprender a nivel último su irrealidad: están desprovistas de una sustancia; sin embargo pueden ser de naturaleza agradable, neutra o desagradable, de la naturaleza del sufrimiento o del dolor. Podemos distinguir así las sensaciones de tipo físico, experimentadas físicamente por los sentidos, y aquellas que son de orden psíquico y experimentadas solamente por la mente. Las sensaciones son de naturaleza efímera, sujetas al cambio. Están igualmente caracterizadas por el malestar, por el hecho de que son inestables: no podemos apoyarnos en el placer – su naturaleza es la de desaparecer - es portador de malestar debido a que está sujeto al cambio.
En la enseñanza sobre las Cuatro Verdades de los seres nobles, vemos que habla de tres aspectos del malestar: el malestar debido al cambio, el malestar debido al sufrimiento o al dolor y el malestar inherente. Los placeres están caracterizados por el malestar debido al cambio, el dolor y los sufrimientos están caracterizados por el malestar debido al sufrimiento y los instantes neutros están marcados por el malestar inherente. En este sentido, no hay sensaciones que no estén caracterizadas por el malestar.
El malestar inherente está presente constantemente. Es un malestar extremadamente sutil. Así, aunque no tengamos conciencia, todo bienestar físico está marcado por un malestar inherente muy sutil. Por ejemplo, tumbados en una cama extremadamente confortable podemos tener la impresión de estar en un estado de bienestar, pero aun en ese estado, el malestar sutil – es decir, el malestar inherente- se encuentra presente. Si no estuviera presente constantemente a nivel físico y psíquico, no podría surgir ningún sufrimiento, y es por la presencia de ese malestar sutil que otros sufrimientos y otros dolores pueden aparecer.
Cuando miramos más precisamente vemos que este malestar sutil viene de la percepción que alimenta nuestra mente. Esa percepción de apropiación es constante, sin discontinuidad y no deja lugar a la libertad, en otras palabras al bienestar. Esta percepción continua constituye los cimientos a imagen del basamento de una carretera. Del hecho de percepción de esta apropiación continua hay un malestar sutil constante.
Esta percepción sutil es constante, persistente; no es de una naturaleza tranquila, apaciguada, es de la naturaleza de la agitación. Por ello, es el malestar inherente, es una agitación sutil de la mente que es contraria de la paz o de la quietud.
Con el fin de apaciguar esta percepción que primero se manifiesta en nosotros de manera grosera, es decir, la percepción grosera de un “yo”, nos vamos a aplicar en la meditación de shamata, de la quietud. Este ejercicio de concentración permite apaciguar la agitación de la mente. Progresivamente vamos a poder llevar a la mente a un cierto grado de quietud. Podremos entonces realizar la experiencia de un gran bienestar gracias al apaciguamiento de la agitación interior de la mente. De hecho, no hay límites o medida más allá de la cual no podamos apaciguar la mente. Podemos mejorar constantemente y acrecentar esta estabilidad. El primer grado de estabilidad que hemos adquirido puede parecer grosero a los ojos de una estabilidad mejorada y más sutil.
El emplazamiento de la atención en la mente se realiza con el fin de conocer la naturaleza de la mente que percibe los fenómenos y el emplazamiento de la atención en los fenómenos permite conocer la naturaleza de los fenómenos percibidos por la mente.
Conocer la naturaleza de la mente que percibe conduce a eliminar los problemas de la mente que percibe. Si eliminamos estos problemas, eliminamos los problemas de los fenómenos percibidos por la mente.
Una vez que hemos adquirido la estabilidad mental a través de la meditación de shamata, observamos el continuo de la mente, en otras palabras, la mente se gira hacia sí misma y observa el continuo mental.
La mente se caracteriza por la capacidad luminosa; es capaz de tener experiencias, de conocer, pero estas cualidades de la mente no requieren que seamos constantemente conscientes de algo.
De una manera general la mente es una serie, un continuo de conceptos, de pensamientos incesantes. Se trata de la mente funcionando en el modo de percepción dualista: la percepción de un “yo” y de los objetos como existiendo exteriormente a sí mismo y concibiendo implícitamente a sí mismo y a los demás como teniendo una sustancia. El emplazamiento de la atención en la mente consiste en observar el continuo de la mente: observar simplemente que los instantes pasados de conciencia y de pensamiento ya no existen, los instantes futuros de pensamiento no existen todavía; se trata de observar el instante presente de conciencia. Examinándolo hay que intentar ver en qué ese instante presente tiene una sustancia, un ser, o una existencia autónoma. ¿Es el caso o no? ¿Se manifiesta este instante presente bajo una forma cualquiera, un color cualquiera etc.? Podéis aplicar vuestra propia reflexión para ver si el instante presente existe bajo una forma u otra.
Igualmente, cualquiera que sea el concepto que se eleve en nuestra mente, podemos observarlo de la misma manera, es decir, preguntarnos de dónde viene, cuál es su naturaleza, su existencia. Cuando un concepto ha cesado pasamos al siguiente concepto y aplicamos en mismo análisis.
Por concepto hay que entender “las cosas que se le aparecen a la mente”, es decir, todo el contenido de la mente: una forma visual que aparece a la facultad visual o el contacto del cuerpo con un objeto por ejemplo, todo aquello que es percibido por la mente es un concepto. Por tanto, los conceptos y la mente son indisociables. Si hubiera conceptos que no fueran de la naturaleza de la mente, los conceptos serían algo material, por tanto no serían conceptos. La mente es la experiencia de los fenómenos que aparecen - los conceptos; no es disociable de los conceptos. Observar la mente es intentar ver la mente tal y como es, de manera autónoma, es decir, disociada de todos los conceptos, de todos los fenómenos que percibe, que concibe o se representan. Se trata de la mente en su naturaleza fundamental. Veremos pues que de hecho no hay nada a percibir, no hay ningún tipo de objeto concreto que podamos percibir y que sea la mente.
Cuando hemos realizado correctamente el emplazamiento de la atención en la mente, podemos proceder al emplazamiento de la atención en los fenómenos. Los fenómenos son todo aquello que percibimos en tanto que entidades exteriores. Aplicando estas diferentes reflexiones a los fenómenos y estos análisis descritos anteriormente, vamos a llegar a la conclusión de que no tienen existencia autónoma, que nuestra mente juega un rol importante en la manera en que las cosas aparecen. Todo aquello que aparece puede compararse a un sueño, a un espejismo - diferentes ejemplos que utilizados para ilustrar la ilusión - es decir, a algo que aparece debido a la mente. Es en este sentido que Milarepa dice que los fenómenos aparecen de la mente y desaparecen en la mente. Vienen a partir de la mente y desaparecen en la mente.
Dhagpo Kagyu Ling - Landrevie - 24290 Saint-Léon sur Vézère - tél : 0033 5 53 50 70 75 - Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.