17° Gyalwa KarmapaEl budismo es un modo de vida por el cual desarrollamos las calidades de nuestra mente.
Es un modo de vida muy particular, ya que es una manera de alcanzar la felicidad
sin dañar a otros.

17° GYALWA KARMAPA

Lama Jigmé Rinpoché  - Extracto de "del cojín a lavar los platos" - Junio 2011

 

La práctica meditativa constituye un aspecto del camino, pero hay que poner en práctica la enseñanza de Buda también en el desarrollo de la vida cotidiana: ¿Cómo aplicar el Dharma a nivel de la comunicación? ¿Cómo conservar la mente concentrada? ¿Cuál  es la mejor manera de actuar con nosotros mismos y con los demás? ¿Qué es lo que es útil y nos permite progresar cotidianamente? ¿Cómo ligar la práctica del Dharma a nuestra vida de todos los días? Tales son las cuestiones que se suscitan en general. 

La enseñanza es la realidad y la verdad. Es difícil aplicar al pie de la letra todo lo que ella expone, pero podemos intentar acercarnos lo más posible. Creando un hábito, comprenderemos más el sentido y podremos ponerlo en práctica cada vez mejor.

El mundo ofrece todo un abanico de individuos que viven en diversos continentes, hablan diferentes lenguas y tienen hábitos y culturas variados. El Dharma no es una cultura, es universal, no se debe de creer que está reservado a determinadas personas. El mensaje de Buda no es una moda temporal, sino una explicación de la naturaleza esencial de todos los seres sensibles. Cada uno evoluciona en su propio contexto cultural, sin embargo esto no tiene ninguna importancia cuando se trata de unirse al Dharma y de ponerlo verdaderamente en aplicación.

En Tíbet, cada una de las cuatro escuelas principales de budismo16 tiene el hábito de utilizar una frase como referencia. Esas pocas palabras sirven de soporte para la reflexión individual y son una llamada a la práctica en lo cotidiano. Este ejercicio permite así, ver mejor el sentido que reviste la condición humana que es la nuestra y modifica nuestra percepción de la vida, no hay que sorprenderse entonces del cambio que se opera. En efecto, nos permite, según las situaciones que encontramos, ver lo que hay que poner en práctica y lo que hay que evitar.

En otros términos, obtenemos una visión global, una orientación de base para hacer frente a las pruebas o dificultades encontradas. Esta comprensión se adquiere individualmente, pero tendrá un impacto colectivo. Comprender la enseñanza y aplicarla a nuestros actos contribuye a ofrecernos mejores condiciones de vida en el futuro.

 

En nuestra tradición, la frase de referencia está simplificada por ser más fácil de retener. En cambio, no es más fácil reflexionar sobre ella o comprenderla verdaderamente. Cuatro puntos precisos sirven de referencia:

- La preciosa existencia humana

- La impermanencia

- Las causas y los efectos

- El sufrimiento.

 

Esos puntos conciernen a todos los seres sensibles. En efecto, todos los seres humanos poseen un soporte de existencia, un precioso cuerpo, y están todos ellos confrontados a la impermanencia, al karma y al sufrimiento. Cultivar éste recuerdo permite tomar la buena dirección, ofrece una protección contra las condiciones malas (evitándonos todo acto negativo) y desarrolla la comprensión de la condición de vida de todos los seres. Sobre ésta base, se adquiere una visión más vasta y las acciones emprendidas serán entonces motivadas por un deseo de ecuanimidad hacia todos. Esto no es fácil, pero queda desde luego a nuestro alcance. Funcionando así, la mente adquiere más presencia porque está mucho más ligada a la realidad, y de hecho es menos victima de los sufrimientos diversos. El sufrimiento, de manera general, no desaparece, pero gracias a éste reconocimiento fundamental, vemos su inanidad y la experiencia misma del sufrimiento cambia. Desarrollándonos según ésta perspectiva, obtenemos condiciones de vida más estables a nivel individual y si numerosas personas ponen éste proceso en marcha, el resultado repercutirá también a nivel colectivo.

Se debe por tanto profundizar en el sentido de éstos términos, sin buscar evitar los temas dolorosos o difíciles como los problemas, el sufrimiento, etc., porque pueden ocurrir de improviso, no importa en qué momento, una vez que ciertas circunstancias estén presentes. El hecho de haber reflexionado de antemano sobre éstas vicisitudes permitirá abordarlas mejor.

Sea cual sea la situación, podemos contemplarla tomando distancia y viendo cómo podemos resolver el problema, esto nos va a permitir desarrollar nuestro potencial y nos incitará a adquirir una mejor visión. El sentido del Dharma es así mejor comprendido y nosotros lo pondremos realmente en ejecución. La consecuencia de la aplicación verdadera de la enseñanza es una reducción del sufrimiento, una mejor comprensión del sentido de la vida, y la generación del amor y la compasión hacia los otros seres sensibles. Estas dos nociones son entonces aprehendidas con madurez: sin dualidad ni discriminación. Aplicar el amor y la compasión a todos los seres de igual manera, constituye todo el envite y la dificultad del mensaje de Buda, pero es posible lograrlo sobre la base de una buena comprensión de la enseñanza.

A base de reflexión, la mente gozará de un espacio más vasto. Habitualmente es reducido y esto es lo que crea mucho sufrimiento y distracción. Más espacio significa más cualidades, y por tanto una capacidad mayor de actuar mejor (en actos y en palabras, pero  también en pensamientos). Podemos entonces aplicar mejor el Dharma, efectuar más actos benéficos y reducir los actos nefastos. Veremos aparecer entonces un verdadero efecto en el momento presente, pero también a nivel de nuestro destino futuro. Combinando ésta profunda reflexión con la aplicación regular de una práctica meditativa, la ayuda que podremos aportar a los demás se volverá así verdaderamente eficaz.

No se trata de un entrenamiento reservado a los practicantes de altos vuelos, sino de lo que nosotros podemos poner en práctica en el presente, con nuestras capacidades. Adquirir una buena comprensión y desarrollar nuestro potencial está a nuestro alcance. Veremos que se vuelven más benéficas nuestras condiciones de vida, como si nos salváramos a nosotros mismos. Tener una mente más abierta permite sufrir menos, a imagen del estado de la mente de los grandes bodhisattvas. Un gran bodhisattva, puede encontrar sufrimientos físicos por ejemplo, pero su manera de abordar el dolor es muy diferente de la nuestra. Esta dimensión no es el patrimonio de seres excepcionales o de personas elegidas, sino el bagaje de personas ordinarias que se han desarrollado aplicando los métodos propuestos y uniéndose a un gran bodhisattva a lo largo de todo su camino a fin de avanzar en la dirección de la iluminación.

 

A - El valor de la existencia humana

A menudo, mantenemos una idea impregnada de juicio y a veces incluso de crítica severa a propósito de lo que es la preciosa existencia humana. Se trata de hecho de comprender el sentido de la vida, sin el cual estamos muy confusos; es un cuestionamiento universal.

La vida es preciosa y pensamos frecuentemente que su valor depende de las condiciones exteriores. Aspiramos a ser felices, pero estamos convencidos de que nuestra felicidad es tributaria de lo que obtenemos,  de lo que queremos o de lo que pensamos que podemos necesitar. 

 Si no, no somos felices sino al contrario, estamos desalentados y deprimidos. La vida y las esperanzas de cada uno son diferentes, sin embargo basar toda nuestra existencia en situaciones exteriores aleatorias, nos impide apreciar el momento presente y el simple hecho de estar vivos.

El Buda ha explicado que nuestra insatisfacción crónica nos hace querer siempre más, y así es cómo nuestras condiciones se degradan o no somos jamás felices. Nuestra dicha reside en nosotros y no en las condiciones exteriores: se trata de dar con  nuestra esencia, entonces estaremos verdaderamente presentes en la vida y conoceremos la felicidad. 

A partir de 1949 numerosos lamas fueron encarcelados tras la invasión de Tíbet por la armada china. Los lamas más mayores, hoy ya han fallecido, pero los más jóvenes que fueron liberados estaban más bien felices y posteriormente llegaron a ser grandes maestros. Vivieron condiciones difíciles en cautividad y fueron sometidos a trabajos forzados, pero estaban juntos, se transmitían las instrucciones los unos a los otros y las ponían verdaderamente en aplicación. Así, a pesar del sufrimiento, desarrollaron un verdadero gusto por la vida. Podían practicar en su vida cotidiana, incluso a pesar de que todo culto religioso había sido proscrito por los chinos. Después de la muerte de Mao, cuando el derecho de practicar fue restablecido, esos lamas, se han convertido en grandes guías. A lo largo de toda su encarcelación, han continuado progresando y apreciando la vida a pesar del sufrimiento que soportaban.

Cuando no tenemos lo que queremos, nuestra mente se tensa. Evidentemente, nadie puede forzarse a ser feliz, pero si comprendemos lo que significa la preciosa existencia humana, nuestra felicidad no estará ya sujeta a las circunstancias.

En Europa, gozamos de buenas condiciones de existencia y es posible verdaderamente desarrollar un estado mental positivo. El hecho de ser feliz equilibra las emociones negativas que pierden entonces su fuerza. Cuando somos infelices, percibimos todo con una mirada negra y negativa, y el descontento ocasiona a menudo una forma de paranoia bajo la base de la cual actuamos de manera nociva. Los actos negativos crean así las semillas nefastas que tendrán como resultado más condiciones desafortunadas portadoras de sufrimiento. 

Intentemos apreciar quienes somos y dónde nos encontramos, conectándonos con nosotros mismos. Cuando concedemos más espacio a la espiritualidad, a la práctica, adquirimos una mayor estabilidad y también una mejor comprensión de la vida humana y de su valor. Gracias a las capacidades de éste cuerpo humano y a la apreciación que tenemos de él, podemos esperar alcanzar el despertar, si ejecutamos los esfuerzos requeridos.

Deben ser franqueadas diferentes etapas; al principio, comprender el sufrimiento resulta difícil porque a menudo tenemos el hábito de posicionarnos como victimas o de tener lástima de nosotros mismos. Encontraremos siempre dificultades, no podemos evitarlo. Sin embargo, somos capaces de cambiar de punto de vista: en vez de focalizarnos sobre las dificultades o el sufrimiento, es suficiente con concentrarnos sobre nuestras condiciones interiores, es decir el estado de nuestra mente y acostumbrarnos a la práctica. Esto es lo que implica ésta primera referencia a la preciosa existencia humana.

Hace ahora un decenio, los mercados asiáticos se derrumbaron y en Thailandia especialmente, numerosas personas se suicidaron, otras estuvieron a punto de hacerlo porque lo habían perdido todo. El rey del país declaró que no se debe seguir el comportamiento de los occidentales ya que no comprenden el valor de la vida humana. Propuso a aquellos que habían perdido todo incorporarse a los monasterios donde pudieran vivir. La cultura thaï permitió una cosa así, lo que no hubiera sido factible en otro contexto. Es no obstante interesante constatar, que soportamos difícilmente las situaciones perturbadoras, dramatizamos rápidamente, lo que conduce a actuar de manera impulsiva y por tanto a menudo negativa. Es así como favorecemos la proliferación de malas condiciones para el futuro. Si por el contrario, intentamos desarrollar nuestro potencial interior, podremos utilizarlo como una referencia y cara a las dificultades, nos dirigiremos hacia lo mejor en vez de hacia lo peor.

Para ir en esta dirección, es necesario tener claramente presente en la mente lo que es importante para nosotros. Hay que sentir personalmente que las condiciones exteriores no son primordiales, porque están sujetas a un eterno cambio. Nuestras condiciones interiores constituyen el aspecto capital: en efecto, la mente no conoce el fin. Alimentada por ésta comprensión, nuestra experiencia tomará otro aspecto y cuando encontremos el sufrimiento, sabremos cómo utilizar nuestro potencial para responder a ello. El sufrimiento de alrededor ya no representará más para nosotros una tristeza insoportable o un pesado fardo, lo utilizaremos para progresar interiormente.

Podríamos discurrir sin fin sobre el tema; el punto principal es comprender el valor de la existencia humana, con el fin de obtener buenas condiciones en el momento del próximo nacimiento. Parece entonces claro que no hay tiempo que perder y que debemos emplear nuestra vida de manera apropiada y correcta.

 


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