Llamamiento de Karmapa para rezar por la paz

Queridos amigos del Dharma,

Estos últimos días hemos sido testigos de muertes trágicas en Gaza, así como de continuas amenazas en relación con Corea del Norte y conversaciones a propósito de sus armas nucleares.

La perspectiva de un conflicto violento generalizado en Medio Oriente, o incluso una guerra nuclear entre estados, es origen de miedos en la mente de muchas personas. Debemos rezar por el fin de la violencia y por la prevención de una gran guerra mundial.

La paz es magnífica, quizás incluso demasiado, ya que es tan agradable que corremos el riesgo de darla por sentada. En cierta manera, esta relajación o pereza extrema en tiempos de paz, es la principal causa de la guerra. La guerra es inevitable desde el momento en el que ignoramos el valor de la paz.

Por lo tanto, es imperativo estar atentos cuando experimentamos la paz. De lo contrario, los tiempos de paz serán el lugar de nacimiento de la guerra. No se trata de asustarse, sino de estar atentos. Es otra de las razones por la que los budistas practican la meditación, para estar atentos y reconocer el valor de la paz.

Todo el mundo sin importar sus orígenes, tiene prácticas diferentes, costumbres diferentes y rituales variados en sus vidas que valoran: que meditemos, recemos a una divinidad, veneremos a la Madre Tierra o incluso que apreciemos a nuestros amigos y nuestra familia, compañeros y colegas, poco importan nuestras creencias y nuestras prácticas, deberíamos de utilizarlas para ayudarnos a comprender y a apreciar lo que tenemos con el fin de no generar en nuestro corazón nada o ningún grado de discordia.

Si en este momento sientes mucha paz, te invito a apreciarla. No la ignores y no la des por sentada.
Nuestra verdadera naturaleza reside en la paz, no en la guerra. En tanto que budistas, experimentamos y entendemos esto cuando meditamos.

He oído decir que la oración o la meditación no sirven para nada y que lo que hace falta es “la acción real”. Desde un punto de vista búdico, comprendemos que la oración no es una no-acción, sino una forma de acción poderosa y beneficiosa. La oración no solamente nos permite estar atentos y agradecidos por la paz, sino que se trata del origen de la paz.

Las conversaciones diplomáticas y las relaciones exteriores no se lograrán salvo que se basen en la aspiración sincera de la prevención y cesación de la violencia. Esta aspiración, esta oración, es la raíz que permite florecer a la paz.

Mientras recemos juntos, acumulamos méritos que son beneficiosos para todos los seres.

Por lo tanto, recemos todos juntos por el fin de la violencia y de sus causas. Recemos por la paz.

Con compasión,

Thaye Dorje,
Su Santidad el XVII Gyalwa Karmapa.