17° Gyalwa KarmapaEl budismo es un modo de vida por el cual desarrollamos las calidades de nuestra mente.
Es un modo de vida muy particular, ya que es una manera de alcanzar la felicidad
sin dañar a otros.

17° GYALWA KARMAPA

Ver el original en karmapa.org (inglés)

El por qué estar presente cuando un ser extraordinario fallece puede ser una de las mayores enseñanzas que podemos recibir.

En los últimos años, hemos sido testigos del paso de muchos maestros eminentes. Reflexionando sobre esto, Thaye Dorje, Su Santidad el 17º Gyalwa Karmapa, ofrece una enseñanza sobre el poder y la importancia de los grandes seres que pasan al paranirvana.

17 de noviembre del 2016

 

“Ni siquiera un Buda pueda escapar a la muerte. Nuestra percepción común, nos conduce a veces a pensar que los seres despiertos han superado la muerte. Se trata sin embargo, de una comprensión equivocada de lo que significa ser un ser despierto. Esto se debe en gran medida, al hecho de que identificamos y malinterpretamos la muerte como el fin de las cosas: un estado de sueño del que no podemos despertar.

En el budismo, todos los aspectos de la existencia, bien se trate del nacimiento, de la vida o de la muerte se celebran y se valoran por igual. Por consiguiente, en tanto que practicantes budistas, debemos de dedicar completamente nuestro cuerpo, nuestra palabra y nuestra mente a las prácticas de la escucha, de la contemplación y de la meditación con el fin de reconocer con plena conciencia las etapas del nacimiento, de la vida y de la muerte como siendo al mismo tiempo naturales e interdependientes.

La mayoría de las veces, nuestra inquietud, confusión y pánico se originan por no saber que el nacimiento, el envejecimiento, la enfermedad y la muerte son partes de la vida totalmente naturales. Debido a este no saber - es decir, no aceptar estas partes de la vida como naturales – aparecen las contracciones, por ejemplo: miedo a vivir, tanto que uno mira el vivir como antinatural y mira a la muerte como un escape a la vida. Del mismo modo, a veces, el miedo a la muerte es tal que uno tiene una perspectiva antinatural hacia la vida, y por lo tanto se trata de encontrar todo tipo de formas de prolongar una vida esencialmente efímera.

Hasta que se inicia esta aceptación, el inevitable mañana del nacimiento, envejecimiento, enfermedad y muerte, el mañana del vivir y del morir, causan un pánico interminable.

Cuando el Buda Sakyamuni (563-483 a de C) alcanzó el despertar bajo el árbol de bodi, vio por primera vez en su vida que estas etapas de la existencia no eran tan aterradoras ni tan perturbadoras como él había imaginado. Su apreciación errónea del nacimiento, de la vida y de la muerte le habían conducido a huir de su vida principesca y a buscar una forma de elixir escurridizo. El elixir que finalmente descubrió fue el de dejar simplemente que las cosas sean.

Cuando renunció a su vida de lujo, era por éste tipo de paz. Vio que cuando las causas y las condiciones se reunían, no hay nada que pueda hacerse para cambiar el resultado. Lo único sensato que podemos hacer es dejar que las cosas sean. Por lo tanto, tras haber alcanzado el despertar, cada aspecto de su vida era un mensaje de cómo dejar que las cosas sucedan, sobre cómo vivir y cómo morir.

El hecho de que fuera el Buda, no significa que se conformara con nuestro concepto de un ser perfecto. Hubo momentos durante su vida en que él y su séquito, experimentaron el hambre, la enfermedad e incluso lesiones físicas. Pero todo ello no perturbó su paz ni sacudió su sabiduría.

Cuando su vida llegó inevitablemente al final, entró pacíficamente en el pasaje de la muerte. Murió sin verse afectado por la ansiedad, sin miedo ni pánico, ya que había comprendido que aquello que experimentaba era la forma más natural de las cosas y que no había nada malo en ello.

Creo que esta es una de las mejores enseñanzas de la historia. Sí, una de las más grandes enseñanzas es transmitida cuando un ser extraordinario muere. Podría incluso ser mucho más poderosa, condensada, directa y simple que el conjunto de las 84 000 enseñanzas del Buda y de los tres giros de la rueda del Dharma.

La partida de un Buda o de un ser extraordinario puede ayudarnos a entender que todo es impermanente. Esta enseñanza tiene la fuerza de sacudirnos y de despertarnos de nuestros sueños cotidianos de la permanencia, de donde sino es tan complicado salir.

Por consiguiente, estar presente cuando un ser extraordinario se está muriendo – exento de toda perspectiva habitual sobre el concepto de la muerte – hasta su cremación, puede ser una enseñanza de un inmenso valor para nuestro propio camino espiritual, en el camino de la vida y de la muerte.”

foto: Tule Jug

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