Karmapa en Bodh Gaya

       Observar los niños por aquí. Tomar nota de cómo miran la representación. Simplemente disfrutan de lo que ven sin ponerle etiquetas. A medida que nos sentimos fascinados por el colorido desarrollo de la representación, inmediatamente etiquetamos la escena y nuestra experiencia como “buenas”. Todos nosotros lo hacemos. Tanto los espectadores como los intérpretes están en el mismo barco – nosotros creemos que estamos exhibiendo algo y vosotros creéis que estáis participando en algo.

       Es un ritual, un ritual exótico. Estamos acostumbrados a los rituales – de sol a sol estamos inmersos en rituales como lavarnos los dientes, comer, beber café, etc.- todo el tiempo. Cansados de los viejos rituales, creamos nuevos rituales. Y con el tiempo, también nos cansamos de ellos. La representación del ritual que estáis viendo ahora es una experiencia nueva. Es exótica, grande y poderosa. Quizás podemos vernos poseídos por la escena, quizás para alguien puede resultar abrumadora. Pero con el tiempo también acabaran por cansarnos. Nuestros ojos se cansan de ver a los bailarines moverse a izquierda y derecha, dando vueltas y más vueltas, repetitivamente, y nuestros tímpanos se cansan de escuchar los constantes golpes de tambor.

       Hay sabiduría en el hecho de reflexionar sobre nuestra actitud mental. Se instala una comprensión. Las representaciones traen un mensaje codificado. En realidad, todo es una pieza de teatro, un espectáculo de magia, y podemos observar las representaciones aludiendo a la naturaleza ilusoria de la realidad.
Pero cuando nos sentimos fascinados directamente emitimos un juicio, directamente etiquetamos, hasta tal punto que la actuación del ritual se convierte en una danza exótica.

       Dicho esto, lo que nos conduce a estar aquí, a participar, es que todavía creemos en beneficios ocultos. Realizamos aspiraciones benéficas, deseos para tener una vida exitosa, una nueva relación, una sociedad mejor, etc., y todo ello tiene un beneficio enorme. Pero en este mismo instante del evento, no debemos de sentirnos fascinados. Debemos permanecer en una conciencia que no juzgue, un estado mental que considera esta representación como una escena codificada como lo que en realidad es – una ilusión, una pieza de teatro.

       De los cuatro sellos que el Buda enseñó, el primero de ellos dice: “Todos los fenómenos compuestos son impermanentes”. Y puedo ver, puedo sentir que todas vuestras preguntas descansan exactamente ahí. Ni siquiera necesitamos dar un paso para buscarla o encontrarla. Aquí mismo, dónde nos encontramos, podemos ver la impermanencia. Y uno de los mayores ejemplos es el paso al paranirvana de nuestros enseñantes, de nuestros maestros y de nuestros padres espirituales. No tenemos que ir muy lejos: hace poco más de dos años conocimos una gran pérdida, el paranirvana más grande, y desde entonces hasta hoy hemos presenciado el paranirvana de muchos grandes maestros. Y si examinamos esto realmente en detalle es extremadamente conmovedor. Pero no importa lo triste que sea enfrentarse a una situación así, siempre hay algo que podemos extraer de todo ello, algo extremadamente valioso, inestimable: una manera concreta de mostrar que las cosas son en verdad impermanentes. Nos es ni bueno ni malo, tan solo es. Esto solo nos dice en qué punto estamos, de dónde venimos y a dónde vamos. Nos lo dice todo: nuestro pasado, presente y futuro.

       La razón por la que estoy diciendo esto es porque todos hemos tenido un anhelo, una sensación de urgencia. Nos damos cuenta de las cosas, como de que tenemos el sentimiento de que necesitamos pertenecer a algo, de estar juntos, de estar unidos – da igual que término que utilicemos. Todos somos conscientes de ello y todos hemos ido hacia ese objetivo a través de todo tipo de dificultades. Pero, ¿a dónde nos ha llevado esto? ¿Somos felices aquí y ahora? Es difícil decirlo. Y si continuamos de la misma manera, ¿seremos felices? ¿Seremos felices si tenemos más éxito? De nuevo, no lo creo.

       Lo que estoy intentando decir es que antes de lanzarnos en cualquier tipo de idea, antes de dar un paso, lo primero que necesitamos saber es dónde estamos. Si no entendemos esto, podemos dar miles de pasos, millones de pasos sin ninguna dirección. Pero si sabemos dónde nos encontramos y damos nuestro primer paso a partir de ahí, entonces todo merece la pena no importando cuántos pasos demos. Puede ser unos pocos pasos tan solo, pero serán muy muy significativos.

       Por lo tanto, lo primero que hay que hacer es adquirir una cierta noción – si es posible una comprensión directa – de que todos los fenómenos compuestos son verdaderamente impermanentes. Se trata de ver que incluso si estamos andando o hablando en este preciso instante, somos verdaderamente impermanentes. La naturaleza de las cosas es así, y si de alguna manera somos capaces de ponernos en contacto con esta naturaleza de que todo cambia realmente, de que todo es realmente impermanente, entonces podemos construir todo lo que queramos – organizaciones, reunir todo bajo una misma estructura, tener un sistema, o lo que sea. No hay ninguna restricción a nada, no hay ningún límite – podemos hacerlo en tanto en que lo hagamos aporte un beneficio a todos los seres sintientes. Pero antes de realizar este primer paso, debemos saber realmente dónde estamos. Sin esta comprensión, todo es un poco fútil.