El budismo es un modo de vida por el cual desarrollamos las calidades de nuestra mente.
Es un modo de vida muy particular, ya que es una manera de alcanzar la felicidad
sin dañar a otros.
17° GYALWA KARMAPA
El budismo es un modo de vida por el cual desarrollamos las calidades de nuestra mente.
Es un modo de vida muy particular, ya que es una manera de alcanzar la felicidad
sin dañar a otros.
17° GYALWA KARMAPA
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10 de junio de 2022
Thaye Dorje, Su Santidad el XVII Gyalwa Karmapa comparte el siguiente mensaje en relación al paranirvana de su enseñante, Su Santidad el XIV Kunzig Shamar Rimpoché.
Queridos amigos del Dharma,
Mañana marca el octavo aniversario del Paranirvana de nuestro difunto maestro, Su Santidad el XIV Kunzig Shamar Rimpoché, y como todos los años, consagramos este día a ofrecer oraciones y a practicar rituales en nuestros diferentes monasterios y centros de dharma.
Como practicantes budistas, tenemos la costumbre de conmemorar tales aniversarios, y recientemente he estado pensando en una pregunta que encuentro interesante: ¿Por qué conmemoramos los "días de la defunción" de los grandes Bodhisattvas?
En el caso de los grandes seres de este mundo, usamos tales aniversarios de defunción para celebrar sus grandes hazañas: las cosas que han conseguido, los logros que han alcanzado a lo largo de su vida. Y es casi con un sentimiento de pesar que reconocemos que al final, por muy grandes que fueran, ellos también tuvieron que sucumbir a la vejez, la enfermedad y la muerte. Pensamos que es una lástima que ya no estén con nosotros y el hecho de conmemorar los aniversarios de su defunción se convierte casi en una forma de intentar inmortalizarlos, para que al menos vivan para siempre en nuestra memoria.
Y visto desde fuera, puede parecer que a los practicantes budistas les sucede lo mismo cuando celebran los aniversarios del Paranirvana de grandes maestros, como Su Santidad Shamar Rimpoché. Sin embargo, para mí, es bastante obvio que no es el caso: no conmemoramos estos aniversarios para celebrar sus logros y tratar de "inmortalizarlos", por así decirlo.
Considero en cambio esos días de conmemoración como una oportunidad para tomar conciencia.
¿Conciencia de qué?
Conciencia de la impermanencia, de la naturaleza siempre cambiante de la vida, de la cual la muerte es una parte tan importante como el nacimiento.
Si lo miramos desde esa perspectiva, lo importante no es siquiera quién ha fallecido, es como la aguja de una brújula que indica el Norte, o como un dedo que señala la luna. En otras palabras, eso es solo para que pueda orientarse. Pero una vez orientado, una vez que sabe dónde está el Norte o en qué dirección se encuentra la luna, tiene que ir más allá: tiene que mirar a la luna misma, en lugar del dedo que la señala.
En esta analogía, la luna representa nada menos que la muerte. Tanto si ha alcanzado el despertar como si no, la apariencia es la apariencia, y la apariencia de la muerte está ahí para todos nosotros. Una forma de describir eso es que es inevitable, ineludible. Otra forma de decirlo es que no hay nada que hacer. Y otra forma de decirlo sería que forma parte de la vida, que es vida.
Es el corazón mismo del cambio, que es otro término para la vida, porque la vida es cambio.
Entonces, por lo que yo entiendo, la razón principal por la que “celebramos” el Paranirvana de un ser realizado es para tratar de desarrollar una perspectiva o visión sana de la vida, tanto como individuos como en tanto que sociedad.
La sociedad es en realidad una de las cosas más singulares en lo que concierne a los seres humanos. Solo los humanos son capaces de crear una estructura social sofisticada, y aunque sea conceptual, es una de nuestras características más asombrosa.
Habiendo dicho eso, una de los defectos de nuestra estructura social es que, la mayoría de las veces, una serie de cosas tienden a barrerese debajo de la alfombra. Y en particular, una cosa que siempre tratamos de quitarnos de la cabeza es la idea de la muerte.
Es evidente que la muerte en sí misma no se puede evitar, como toda persona en su sano juicio comprenderá. Pero lo que podemos evitar, y con mayor frecuencia evitamos, es la idea de la muerte.
Por supuesto, esto se hace con la intención más inocente, pero ¿es realmente el enfoque más inteligente tratar de barrer una parte tan fundamental de la vida debajo de la alfombra? Después de todo, sabemos que la muerte es parte de la vida, entonces, ¿por qué debemos tratar de evitarla? Dado que es inevitable, ¿por qué no pensar y hablar de ello ahora, en lugar de más tarde?
Podríamos entonces elegir observar este día con un sentimiento de curiosidad sana; podríamos celebrarlo porque sentimos curiosidad por la muerte, curiosidad por el cambio, curiosidad por la naturaleza de la vida. En otras palabras, podríamos aprovechar esta ocasión para levantar la alfombra que hemos utilizado para disimular la muerte y la impermanencia.
Desde este punto de vista, llamar a este evento “la conmemoración del Paranirvana” de este o aquel eminente ser no es más que un medio hábil. No alarmamos a la sociedad diciendo directamente que todo el mundo va a caer enfermo, va a envejecer y finalmente va a morir.
Al contrario, usamos la conmemoración del Paranirvana para descubrir hábilmente ciertos temas que se consideran socialmente inaceptables o incómodos. En nuestra sociedad moderna hablamos de tantos temas que alguna vez se consideraron incómodos o incluso tabú, pero la muerte y la impermanencia no se encuentran entre ellos.
Y, sin embargo, si queremos que nuestra sociedad sea saludable, es crucial que profundicemos en todos los fundamentos de la vida.
Después de todo, si podemos hablar sobre el nacimiento, ¿por qué no podemos hablar sobre la muerte? Si celebrar el nacimiento es algo saludable para la sociedad, también debe serlo celebrar la muerte, tanto más cuanto que la muerte no es algo que sucede solo al final de la vida, sino que comienza a suceder desde el mismo momento del nacimiento.
Esa es probablemente una de las razones por las que, como budistas, celebramos los aniversarios del Paranirvana. Aparte de las oraciones o rituales que podamos realizar en ese día, pienso que lo que es realmente importante son las cosas informales que podrían tener lugar.
Realmente deberíamos usar este día para abrirnos a la realidad de la impermanencia y la muerte, y si surge de forma natural y nos sentimos inspirados para hacerlo, incluso podríamos querer compartir una o dos palabras con otros sobre la naturaleza siempre cambiante de la vida, sobre hasta qué punto son curiosas la enfermedad, la vejez y la muerte.
Por supuesto, el propósito aquí no es asustarnos y crear pánico, ni forzarnos a estar “listos para morir”, como si estuviéramos fuéramos a la guerra. Más bien, el punto es reducir la tensión, los bloqueos en torno al tema de la muerte, para crear una sensación de libertad a su alrededor, hacernos sentir que está bien, que está bien hablar de ello. Y cuanto más lo hagamos, menos tabú será. Si pudiéramos usar este día para hablar un poco sobre esto, solo una vez al año, la tensión y el miedo que lo rodean disminuirán gradualmente.
En este sentido creo que la desaparición de estos eminentes seres nos brinda maravillosas oportunidades. Los verdaderos Bodhisattvas utilizan todos los aspectos de la vida y hacen que esto cuente, y así, además de las inconmensurables actividades que realizan, incluso su muerte permanece como una oportunidad para la reflexión y la práctica. Y quizás darnos el valor para enfrentar los cambios más cruciales de la vida es la mayor bendición de estos seres.
Con estos pensamientos en mente, tal vez podamos conmemorar este día aniversario no como un sombrío día de duelo, sino como una gran oportunidad: un día en el que podemos ser verdaderamente libres para pensar y hablar sobre uno de los aspectos más asombrosos de la vida; un día de un gran cambio; un día de gran impermanencia.
Con mis oraciones,
Thaye Dorje
Su Santidad el XVII Gyalwa Karmapa
Su Santidad el XIV Kunzig Shamar Rimpoché, Mipham Chökyi Lodrö, 1952-2014
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