En su última meditación para nuestros tiempos, Thaye Dorje, Su Santidad el XVII Gyalwa Karmapa, examina la idea de “ordinario” y “extraordinario”.
Cuando intentamos aplicar los métodos de los bodhisattvas, de pensar y de beneficiar a los demás, nos podemos sentir sobrepasados.
Podemos tener la impresión de que somos demasiado corrientes.
¿Cuál es el problema con el hecho de ser corrientes?
¿No se han encontrado todos los bodhisattvas en esa posición en un momento dado? Deben de haberse sentido completamente impotentes e inútiles.
Sin embargo, han actualizado sus cualidades extraordinarias, simplemente aceptando su estado de ser corriente.
¿Cómo sucedió esto?
Primero, intentaron encontrar por todos los medios posibles, este estado extraordinario, tal como lo había hecho el príncipe Siddhartha. Pero al final, cuando todas sus esperanzas se desvanecieron, aceptaron su estado de ser corrientes.
Finalmente comprendieron que el envejecer es natural.
Finalmente comprendieron que también es natural caer enfermo y morir.
No hay problema en experimentar la vejez, la enfermedad y la muerte, por muy corrientes que parezcan.
Experiencias así tuvieron lugar innumerables veces.
Estas experiencias corrientes, nunca han impedido que se den otras experiencias.
No es como si estas experiencias corrientes fueran como un freno, interrumpiendo cualquier experiencia extraordinaria.
Después de todo, esta experiencia actual todavía es posible.
Entonces, es esta simple aceptación, la que detiene la búsqueda dirigidas a salvar a todos de la muerte y de todas las otras experiencias naturales y corrientes.
Esta búsqueda para salvar a todos de la muerte se transforma en su lugar en una búsqueda para ayudar a todos a abrazar la aceptación de este patrón corriente.
Así es como los bodhisattvas se convierten en bodhisattvas.
Nosotros estamos también, exactamente, en la misma posición que ellos.
Si nos comparamos con los bodhisattvas, no encontraremos ni una sola onza de diferencia.
Entonces, no nos sobrecarguemos escalando una montaña sin cumbre.
En absoluto es una montaña.
Cuando escalamos montañas, también las descendemos.
No se trata de un mal presagio.
Se trata de todo aquello que hay de natural.
El descenso de una montaña es esencial para nuestro disfrute.
Si existe algo ventajoso, el nuestro es el de poder utilizar la comprensión de los bodhisattvas para no tener que buscar un estado distinto y extraordinario.
El estado de Buda no está separado del estado corriente.
Nunca se ha tratado de esto.
Si por superstición crees que el estado de ser corriente es, de hecho, corriente, entonces considera lo siguiente: los lotos inmaculados nacen del barro.
No se trata únicamente de una expresión.
Es una realidad.
Somos exactamente así.
Composiciones de barro físico y mental, lo ordinario, han producido una experiencia inmaculada como ésta: nosotros. O vosotros. O yo. ¿Cuál es el problema?
Si hay algún problema, se trata de nuestra resistencia a esta forma natural.
No podemos separar la sabiduría inmaculada del barro.
Si lo intentamos, todo lo que obtendremos será una estatua sin vida o una idea de quiénes somos.
Eso es todo lo que conseguiremos.
Pero, precisamente es esta estatua sin vida o esta idea la que representa la muerte.
Esto no es por tanto lo que queremos. Al menos, si estamos en nuestro sano juicio.
Por lo tanto, mis queridos amigos del Dharma, si deseáis beneficiar a los demás, intentar aceptar este estado de ser corrientes.
Cuando digo “aceptar”, no se refiero a comprender esto en el sentido de “asumir esta carga” o de “no hacer nada”.
En cambio, aceptarlo, porque no hay otros caminos.
No hay camino extraordinario.
Nunca la hubo.
Tenemos esa ventaja.
No tenemos la necesidad que tratar de aplanar cada montaña por el bien de todos los seres, en nombre de este camino extraordinario.
Si hay un camino llano, lo caminamos.
Si hay un camino accidentado, lo recorremos en consecuencia.
Nuestros pies no se cargan por el hecho de tener que caminar por el suelo.
El suelo no obliga a los pies a caminar sobre él.
Simplemente hay que caminar.
Nada más y nada menos.
Es extremadamente simple.
Sin embargo, si vemos esto de manera teatral, es claramente extraordinario porque no podemos encontrar palabras para describir por qué estos pies caminan por el suelo.
A la izquierda, y luego a la derecha.
Desde el principio sin fin.
¡Esto sí que es extraordinario!