Thaye Dorje, Su Santidad el XVII Gyalwa Karmapa, comparte sus condolencias tras el reciente terremoto en la frontera entre Siria y Turquía.
Queridos amigos del Dharma,
Con profunda tristeza he seguido la evolución de la situación tras el devastador terremoto que azotó el lunes pasado la región fronteriza entre Turquía y Siria.
Mientras escribo estas líneas, el número de muertos se eleva a más de 21.000 y decenas de miles de personas están heridas, por no hablar de todos aquellos que ahora se encuentran sin hogar y que han perdido los cimientos materiales de su existencia.
No hay palabras que puedan hacer justicia a lo que uno siente por aquellos que sufren tal calamidad e incluso las oraciones, ante un tal sufrimiento, parecen poca cosa.
Lo único que podemos retener es que la vida es verdaderamente frágil y es triste que, solo tragedias tan poderosas, parezcan capaces de despertarnos al verdadero sentido de la impermanencia.
Sin embargo, puede ser una oportunidad para darnos cuenta de que la impermanencia es la realidad y que, curiosamente, la impermanencia es también lo único que puede brindarnos consuelo: la impermanencia nos muestra que, para empezar, ninguno de nosotros ha estado aquí y, por lo tanto, nadie perece verdaderamente, ya que no existe nadie que pudiendo perecer, esté realmente aquí.
No podemos evitar sentir que los seres queridos que hemos perdido se hayan “ido” a un lugar desconocido y que nosotros estamos “vivos”, en un plano diferente, y por eso nos sentimos separados, apartados, aislados.
Siento que la impermanencia es uno de los aspectos de la vida que nos indica – y en cierta forma a través de nosotros mismos – que es inútil intentar recuperar lo que hemos perdido y que debemos vivir con el dolor de la pérdida.
Tengo la sensación de la vida nos llama a través de la impermanencia indicándonos que el término “pérdida” o el pensamiento de “separación” no son más que eso: una palabra, un pensamiento y nada más.
Así que, intentad encontrar una manera, no solo de saber, sino de experimentar que tan solo estáis separados por palabras, pensamientos y conceptos.
Los conceptos simbolizan el hecho de estar juntos, estar vivos, estar conectados. Esa es su belleza.
Sin embargo, nadie está realmente vivo, en vida, nadie subsiste “aquí”. Nadie está realmente muerto y perdido, nadie se ha ido “allá”.
Estar “aquí” y “allí” son conceptos que sólo los seres humanos expresamos. Y no hay nada de malo en expresarnos a la manera humana. Es lo que hacemos.
Sin embargo, ser humano también significa tener el valor de comprender que no podemos pedir a nuestros conceptos que traigan de vuelta a nuestros seres queridos, que regresen o que se detengan en “y si”.
Debemos abandonar los conceptos de “seres queridos” y el concepto de su pérdida.
En lugar de llorar y suplicar a nuestros conceptos de que vuelvan a ser como eran, necesitamos encontrar la manera de abandonar esos conceptos y de apreciar lo que nos han dado, todos los maravillosos recuerdos que nos han brindado.
Así es como podemos darnos cuenta de que sentirnos separados es solo una manera de hablar: la forma de hablar de cómo nunca queremos estar separados y de cuánto no queremos estar separados de los demás, pero no tenemos que creer que estamos realmente separados, porque, para empezar, sin los conceptos, nunca hubiéramos estado separados.
Sin embargo, como seres humanos es un gran lujo poder tener la oportunidad de decir “te amo”. Tenemos el lujo de poder decir: “no quiero estar separado de ti”, aunque nunca hayamos estado separados.
Por ejemplo, cuando pedimos a alguien que rece por nosotros, queda garantizado que las oraciones no faltaran nunca, sin embargo, a pesar de ello, formulamos el deseo y en cierta manera, esa es la belleza de esto.
Los conceptos han hecho mucho por nosotros, porque sin ellos no sabríamos hasta qué punto nos amamos. En realidad, siempre nos hemos amado, mucho antes de conocer los conceptos, pero han sido los conceptos los que nos han ayudado a comprender esto.
Es lo mismo para todos los aspectos de la vida y es lamentable que solo nos demos cuenta de esto cuando nos sacuden grandes tragedias y que las pequeñas cosas, los detalles insignificantes de la vida, no consigan sacudirnos o despertarnos
Por lo tanto, la experiencia de la separación que ahora vivimos es otra ayuda que proviene de nuestros conceptos: la oportunidad de darnos cuenta de que nunca hemos estado realmente separados.
En resumen, lo que estoy tratando de deciros es que apreciéis vuestros conceptos, pero no les pidáis que os devuelvan las cosas tal y como eran. No les pidáis que retrocedan y no los utilicéis incorrectamente tratando de encontrar al culpable de vuestro dolor. No los uséis para echar la culpa.
Si hacemos un mal uso de los conceptos, tratando de volver a las cosas tal como eran o echando la culpa, no encontraremos ni consuelo ni control, porque los conceptos nunca fueron concebidos para esto.
Es natural que pensamientos como, “¿cómo voy a vivir ahora?” surjan en estos momentos, al igual que la sensación de estar solo, asustado, perdido y separado. Cuando surjan estos pensamientos y estas emociones, podemos autorizarlos, porque son simplemente formas únicas de decir realmente: “me hubiera gustado no estar nunca separado de ti y te extraño mucho».
Por lo tanto, el único alivio o el único consuelo que podemos encontrar está en la comprensión de que nunca jamás hemos estado separados.
Si recordáis las miradas de vuestros seres queridos; si recordáis su contacto, especialmente en momentos en los que no había palabras, entonces esos recuerdos pueden daros una percepción de la verdad: nunca hemos necesitado los conceptos para saber que nuestro amor siempre ha estado ahí.
Así, podremos darnos cuenta de que los conceptos no hacían más que decorar las flores que ya eran hermosas por sí mismas.
Je ne suis pas en train de dire que vous devez être forts, que vous devez vivre, que vous devez être courageux, comme si les tragédies étaient réelles, comme si vous et vos proches étiez vraiment séparés et que vous étiez vraiment laissés derrière et perdus.
No debemos tratar de ser fuertes como si fuéramos débiles. No debemos tratar de vivir como si estuviéramos muriendo. No debemos ser valientes, como si nos faltaran fuerzas. Nunca fuimos hechos para nada de esto.
En lugar de ello, podemos simplemente amar y apreciar todos los maravillosos recuerdos que nos han dado nuestros conceptos y decir un sincero “adiós” a los conceptos para permitirnos darnos cuenta de que, en primer lugar, nunca estuvimos separados.
Con mis oraciones,
Thaye Dorje
Su Santidad el XVII Gyalwa Karmapa